Texto: Afoan
Un año más, dentro de las actividades de Afoan, hemos realizado una jornada de fotografía de berrea, y ha sido posible gracias a la intervención del Director del Parque Natural Sierra de Andújar, D. Jose María Molina, el administrador de la finca, Sr. Lillo, la propiedad, y también a Rafa, un magnífico guarda.
Las perspectivas para este año no eran buenas por la escasez de lluvias, pero las caídas días antes ,nos alentaron a tod@s.
La mañana comenzó muy temprano, poniendo dirección a una finca del Parque Natural Sierra de Andújar, magníficamente gestionada y con un nivel de ciervos excepcional.
© Vicente Laguna
Nada más llegar tuvimos que parar los vehículos para desviar la mirada al lugar de donde venían unos golpes, que aunque conocidos para algunos, no lo eran para todos, dos ciervos espectaculares luchaban por dejar claro quién de los dos era el mejor, el acreedor a poder continuar con la especie, clac, clac, clac… las cámaras pudieron recoger un espectáculo realmente de una fuerza brutal, y una belleza sin par.
Continuamos en dirección a la finca, donde nos estaba esperando Rafa, un gran guarda y una gran persona, Marmolejeño, para más señas, con un comportamiento con el grupo ejemplar, nos distribuyó en los aguardos, y allí nos mantuvimos hasta que llegaron los ciervos, y llegaron, vaya que si llegaron, unos especímenes dignos de cualquier cuadro de D. Luis Aldehuela, (D.E.P) y nuevamente y cuando menos nos los esperábamos nuevamente a pelear, luchar por acreditar su valentía y valor ante las hembras que los observaban de reojo para ver cual sería el mejor padre para sus crías.
© Paco García Muñoz
Al mediodía una parada para comer y comentar todo lo que habíamos observado, entre ello, la maravilla de finca, y el entorno, pese a la escasez de agua.
© Vicente Laguna
Por la tarde estuvimos haciendo tiempo para esperar esos atardeceres que solo pueden observarse en esa zona del Parque, y que van desde el naranja, rojo, violeta…., y nuevamente berridos de los ciervos y peleas, y carreras…. Pura Sierra, pura naturaleza.
Al anochecer las luces tornaron dulces, cálidas, y realmente nos envolvían en lo más ancestral de nuestros antepasados, el día tornaba a su muerte, la noche a su vida, y esa luna nos anunciaba que era la hora de regresar.